Para los diseñadores de edificios e infraestructura urbana, la relación entre arquitectura y biodiversidad va mucho más allá de la estética o de los jardines verticales. En el mundo, y especialmente en las grandes ciudades de América, la urbanización acelerada ha impactado de forma dramática a la fauna silvestre, y uno de los grupos más afectados son las aves.
Aunque solemos pensar en los riesgos urbanos más visibles —como la contaminación capaz de matar a los gorriones por millares o la pérdida de hábitat—, existe una amenaza menos perceptible, pero devastadora: la colisión de aves contra edificios y estructuras urbanas. Este problema, conocido internacionalmente como "bird-window collision", está documentado como una de las causas principales de mortalidad de aves en entornos urbanos.
Según datos de la American Bird Conservancy y la Cornell Lab of Ornithology, entre 365 y 988 millones de aves mueren cada año en Estados Unidos tras chocar con edificios, sobre todo durante las temporadas migratorias. Estas cifras son apenas una muestra del fenómeno a nivel global y representan una llamada de atención urgente para quienes diseñamos el entorno construido.
El problema tiene múltiples causas, pero las más relevantes están directamente vinculadas a cómo concebimos y construimos nuestros proyectos de arquitectura e ingeniería civil:
Superficies de vidrio y reflejantes: El vidrio es uno de los materiales más apreciados en la arquitectura contemporánea, pero su transparencia y capacidad de reflejar el cielo, árboles o paisajes urbanos hacen que las aves no lo perciban como una barrera. El resultado: intentan volar a través de él o hacia los reflejos de vegetación y sufren impactos fatales.
Contaminación lumínica: Las luces artificiales nocturnas pueden desorientar a las aves migratorias, que navegan siguiendo patrones astronómicos o la polarización de la luz. Cuando las ciudades brillan más de lo necesario, las aves quedan atrapadas en haces de luz, agotan su energía o chocan con las estructuras.
Paisajismo y atracción de aves: Los jardines y árboles urbanos aportan biodiversidad y calidad de vida, pero cuando se ubican junto a superficies de vidrio o fachadas “espejo”, pueden incrementar el riesgo de colisiones, pues las aves ven los reflejos y creen que pueden posarse en ellos.
El problema de las colisiones y la pérdida de hábitats no es solo una tragedia para las poblaciones aladas: es el inicio de un efecto dominó que impacta directamente en la salud y resiliencia de los ecosistemas urbanos. La muerte masiva de aves genera alteraciones profundas en dinámicas ecológicas que, a mediano y largo plazo, afectan también la calidad de vida humana.
Las aves cumplen funciones que sostienen la vida misma, como la polinización, la dispersión de semillas y el control biológico de plagas (como los molestos mosquitos). La disminución de sus poblaciones debilita estos servicios ambientales, afectando la regeneración natural de áreas verdes, el equilibrio de insectos y la productividad ecológica de los parques, jardines y reservas urbanas.
Por ejemplo, en África la rápida urbanización está provocando que las poblaciones de buitres desciendan drásticamente, lo cual resulta catastrófico en ecosistemas donde estas aves se encargan de eliminar hasta el 70% de los cadáveres.
Tanto las especies residentes como las migratorias contribuyen a la riqueza biológica de las ciudades. La pérdida de aves no solo empobrece los paisajes sonoros y visuales de los espacios públicos, también disminuye la complejidad de los ecosistemas locales, haciéndolos más vulnerables a enfermedades, invasiones de especies oportunistas y eventos climáticos extremos.
Las aves forman parte esencial de las cadenas alimentarias urbanas. Su desaparición puede desestabilizar poblaciones de otros animales —como pequeños mamíferos, reptiles o insectos— que dependen de ellas directa o indirectamente. Este desequilibrio puede desencadenar plagas, cambios en la estructura vegetal y pérdida de servicios ecosistémicos críticos.
Cada ave que no logra completar su migración, cada especie local que disminuye, es una alerta sobre la necesidad de rediseñar nuestras infraestructuras de manera más respetuosa con la biodiversidad. Integrar soluciones de arquitectura amigable con las aves no es solo una cuestión ética o estética, sino una estrategia vital para preservar la conectividad ecológica, reforzar la resiliencia de nuestras ciudades y asegurar su habitabilidad a largo plazo.
Existen varias organizaciones internacionales y locales liderando el cambio hacia ciudades más seguras para las aves:
El uso de vidrios con patrones visuales fritados, serigrafiados, puntos, líneas o motivos geométricos —preferiblemente a intervalos de cinco centímetros o menos— hace que las aves perciban el vidrio como una barrera real. Por ejemplo, la renovación del Jacob K. Javits Center en Nueva York logró reducir las colisiones en un 90% con este tipo de soluciones.
Además, las películas adhesivas y recubrimientos ofrecen alternativas temporales o permanentes para edificios existentes, y los vidrios acidificados o mateados cuentan con superficies texturizadas que reducen reflejos y evitan la transparencia completa.
El uso de iluminación dirigida y de sensores para apagar las luces cuando no hay presencia humana, puede reducir el tiempo y la intensidad en que las fachadas quedan iluminadas. Además, ciudades como Nueva York, Chicago y Toronto han logrado reducciones importantes en mortalidad de aves gracias a medidas como el programa “Lights Out”, que consiste en apagar o atenuar las luces de edificios durante las temporadas migratorias, especialmente en rascacielos o estructuras cercanas a rutas de migración.
Es muy importante que al diseñar un edificio tomemos en cuenta las áreas verdes próximas y evitemos colocar vegetación frente a grandes superficies acristaladas, ya que esto incrementa el riesgo de impactos. Se recomienda mantener una distancia mínima o usar barreras físicas, como pantallas, celosías o pérgolas, ya que estas estructuras ayudan a interrumpir la línea de vuelo de las aves y reducen la superficie de riesgo.
La Ley Local 15 en Nueva York requiere el uso de materiales seguros para aves en los primeros 23 metros de cualquier nueva construcción o renovación significativa, y el crédito LEED Bird Collision Deterrence, así como las guías del American Bird Conservancy, ofrecen estándares claros y comprobadas para abordar activamente esta problemática. Aunque no son obligatorias, en México podemos emular estas normativas y dar un paso gigante en materia de protección ambiental.
En nuestra región, la migración de aves es un fenómeno vital: México es ruta obligada para millones de aves migratorias que viajan entre Canadá y Sudamérica. La pérdida de biodiversidad, el crecimiento acelerado de las ciudades y la falta de normativas específicas hacen urgente adoptar soluciones amigables con ellas.
Sin embargo, ya existen señales de cambio: proyectos de parques urbanos, museos, hospitales y desarrollos corporativos están incorporando criterios bird-friendly desde la etapa de diseño, con beneficios tangibles en reducción de colisiones y mejora de la imagen urbana.
La arquitectura amigable con las aves no necesariamente es un gasto, puede ser una inversión que se conjugue con otras acciones de sostenibilidad para ofrecer muchos beneficios a mediano y largo plazo. Los vidrios con patrones pueden actuar como sombreados parciales, reduciendo la ganancia de calor y mejorando el confort térmico, lo que se traduce en menor consumo de energía, y cada vez más empresas e instituciones valoran la sostenibilidad y el respeto a la biodiversidad en sus activos inmobiliarios, generando reputación positiva y diferenciación.
Como puedes ver, crear ciudades seguras para las aves requiere trabajo conjunto entre arquitectos, ingenieros, desarrolladores, biólogos, autoridades y la comunidad. Las soluciones más efectivas suelen surgir del diálogo entre disciplinas, la integración de tecnología y el aprendizaje de experiencias internacionales.
A medida que las ciudades crecen, el reto está en diseñar y construir espacios que equilibren funcionalidad, belleza y respeto por la vida. Implementar soluciones bird-friendly es un paso esencial para asegurar que nuestras urbes sigan siendo parte vital de las grandes rutas migratorias y refugio de una biodiversidad que enriquece la vida urbana.
En Page, ahora Stantec, entendemos que la arquitectura tiene el poder —y la responsabilidad— de transformar ciudades para las personas y para todos los seres que comparten nuestros entornos urbanos. Nuestro compromiso con la sostenibilidad va más allá del cumplimiento normativo o la adopción de tendencias: creemos que diseñar espacios verdaderamente responsables implica considerar el impacto de cada proyecto en los ecosistemas naturales.
Por eso, en cada proyecto integramos de manera activa principios de biodiversidad urbana, protección de hábitats y diseño amigable con las aves. Colaboramos con especialistas, adoptamos las mejores prácticas y buscamos innovar continuamente para minimizar el impacto ambiental y maximizar los beneficios sociales y ecológicos de cada desarrollo.
Si buscas un aliado que comparta tu visión de sostenibilidad y que asuma el reto de hacer arquitectura respetuosa con la naturaleza, en Page, ahora Stantec, estamos listos para acompañarte en ese camino. Juntos, podemos transformar cada proyecto en una oportunidad para proteger el entorno y mejorar la calidad de vida de todas las especies.