El diseño arquitectónico no solo define la funcionalidad de un espacio, también puede ser un motor de equidad, accesibilidad y bienestar. El 8 de marzo de 1857, un grupo de trabajadoras textiles en Nueva York se manifestó en protesta por las precarias condiciones laborales a las que estaban sometidas. Este evento marcó un hito en la lucha por los derechos de las mujeres y, con el tiempo, también influyó en la evolución de los entornos de trabajo hacia espacios más seguros, dignos e inclusivos, no solo para las mujeres, sino para todas las personas.
Hoy, sabemos que la arquitectura inclusiva tiene el poder de transformar la manera en que habitamos y experimentamos todos nuestros espacios, no solo el workplace. Desde la distribución de un campus universitario hasta la planificación de un edificio de viviendas, cada decisión de diseño puede contribuir a la construcción de un mundo más equitativo, accesible y representativo para todos.
El primer objetivo de la arquitectura fue el de crear espacios funcionales, y con el tiempo la estética se convirtió en un elemento igual de importante en esta disciplina. El paradigma arquitectónico actual busca ir más allá del binomio estética-funcionalidad, para integrar criterios que promuevan la equidad, la accesibilidad y el respeto por la diversidad cultural, asegurando que todos, sin importar su capacidad física, identidad de género, origen cultural o edad, puedan desarrollarse plenamente en los espacios en los que habitan y trabajan.
La arquitectura inclusiva es un reflejo de tendencias globales que buscan garantizar espacios más humanos, sostenibles y adaptables, alineándose con los principios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente con el ODS 11: Ciudades y comunidades sostenibles, que promueve la creación de espacios accesibles y equitativos.
Algunos de los pilares fundamentales para que la arquitectura sea una herramienta efectiva de inclusión, en concordancia con lo que estipulan los ODS en arquitectura y construcción (ODS 11) son:
Una arquitectura verdaderamente inclusiva se convierte en un espacio digno donde todas las personas pueden desempeñarse con confianza, comodidad y equidad, sin barreras físicas ni riesgos innecesarios. Sin embargo, los espacios han sido históricamente diseñados con base en un modelo de usuario estándar que no siempre toma en cuenta las necesidades específicas de las mujeres y otros grupos.
Por ejemplo, el diseño arquitectónico puede ayudar en la prevención del acoso y violencia a grupos vulnerables. Estrategias como la distribución abierta de espacios, la instalación de sistemas de videovigilancia en áreas clave y la creación de rutas de evacuación visibles contribuyen a la sensación de seguridad en el entorno laboral. Por otro lado, no todos los cuerpos son iguales, por lo que el diseño del mobiliario y los espacios debe adaptarse a la diversidad de usuarios, evitando que los estándares excluyan a ciertos grupos, como personas de talla grande o baja estatura.
Si bien muchas regulaciones establecen requisitos mínimos de accesibilidad, estas no siempre se traducen en una experiencia óptima para todos. Un diseño verdaderamente inclusivo considera también la comodidad y la independencia de las personas con discapacidad, generando espacios donde cada individuo pueda desenvolverse con autonomía. Para garantizar que todas las personas puedan desplazarse sin obstáculos, es fundamental integrar:
El diseño accesible también debe contemplar a personas con discapacidades sensoriales, integrando soluciones que les permitan orientarse y desenvolverse con autonomía:
Finalmente, hoy en día también se están visibilizando las necesidades de personas con neurodivergencias como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), TDAH o alta sensibilidad sensorial, quienes pueden beneficiarse mucho de espacios tranquilos o cabinas de concentración y regulación emocional, libres de ruido y distracciones o estímulos sensoriales demasiado cargados.
Para que todas las personas se sientan bienvenidas y respetadas, también deben sentirse representadas y tomadas en cuenta por el espacio que habitan. Por ejemplo, el acceso a áreas de lactancia y destinadas al cuidado infantil en espacios relacionados con el trabajo, el entretenimiento o la vida pública en general es imprescindible para promover la equidad de género. Estas facilidades permiten que todas las personas con actividades de crianza tengan un equilibrio más saludable entre su vida personal y profesional. Por otro lado, algunas empresas están integrando espacios infantiles temporales dentro de la oficina, donde los colaboradores puedan dejar a sus hijos en momentos puntuales sin que esto afecte su jornada laboral.
Además, la tendencia actual de entender al género como un espectro fluido ha permitido que millones de personas en el mundo puedan expresar su identidad libremente. En este sentido, los baños sin distinción de género ni íconos binarios son una práctica cada vez más adoptada en el diseño de todo tipo de espacios, ya que ofrecen mayor comodidad y seguridad a personas no binarias y transgénero.
El diseño arquitectónico también puede reforzar o desafiar las jerarquías dentro de una organización. Tradicionalmente, muchas oficinas han asignado espacios privilegiados (como oficinas privadas y con vista) solo a ciertos perfiles, mientras que el resto de los empleados trabajan en zonas cerradas o con poca iluminación natural. El diseño del workplace puede reflejar un compromiso con la equidad, la diversidad y la inclusión mediante estrategias como:
Diseñar con un enfoque multicultural permite que las personas se sientan incluidas y representadas, fortaleciendo la conexión con el edificio y sus valores y generando un ambiente más enriquecedor y colaborativo. Para lograrlo, es clave considerar elementos arquitectónicos y decorativos que respeten distintas tradiciones, necesidades y experiencias. Algunas estrategias para integrar un diseño multicultural incluyen:
Por ejemplo, en empresas globales o con talento diverso algunas soluciones incluyen zonas de coworking y estaciones modulares, que puedan reconfigurarse según las dinámicas de cada equipo, áreas de reuniones híbridas y espacios comunes diseñados para la interacción intercultural, promoviendo el intercambio de ideas y la integración de diferentes perspectivas.
Un espacio inclusivo no solo se diseña desde la arquitectura, también integra soluciones tecnológicas -desde asistentes inteligentes hasta aplicaciones digitales- que facilitan el acceso, la personalización y la comodidad de cada usuario. Por ejemplo, la automatización permite que los entornos de trabajo sean más intuitivos y accesibles, adaptándose a las necesidades de cada persona. Algunas de las soluciones más efectivas incluyen:
En el contexto del workplace, las empresas pueden implementar plataformas que permiten a cada colaborador personalizar su experiencia laboral mediante aplicaciones móviles para reservar escritorios y salas de reunión, o gestionar preferencias de iluminación o temperatura, así como sistemas de reconocimiento facial o biométrico para accesos seguros y sin contacto.
En Page, sabemos que la inclusión comienza en el diseño arquitectónico, además de crear espacios funcionales e icónicos, nos preocupamos de que cada uno de nuestros proyectos promueva la equidad, la accesibilidad, la diversidad y la sostenibilidad, garantizando que todas las personas puedan desempeñarse en un ambiente que respalde su bienestar y desarrollo.
Cada detalle cuenta cuando se trata de construir espacios donde todas las personas se sientan valoradas, seguras y representadas. Desde oficinas corporativas hasta espacios culturales, aplicamos estrategias integrales de arquitectura inclusiva para diseñar entornos que no solo cumplan con las normativas locales, sino que realmente impulsen la integración y mejoren la experiencia.
¡Contáctanos! Nuestro equipo está listo para diseñar un espacio donde todos tengan un lugar.